La semana pasada murió el brasileño Murilo Lopes Santos, de 26 años, mientras luchaba contra el ejército ruso en Ucrania. Era uno de los much
La semana pasada murió el brasileño Murilo Lopes Santos, de 26 años, mientras luchaba contra el ejército ruso en Ucrania.
Era uno de los muchos combatientes voluntarios que abandonaron el gigante latinoamericano cuando estalló el conflicto el 24 de febrero de 2022.
Nacido en Castro, en el estado de Paraná, cayó en combate al otro lado del mundo.
“Con tantas atrocidades y dolores de una guerra, siempre buscabas la forma de aligerar y alegrar a tus compañeros, haciendo de lo que estaban viviendo algo más liviano y llevadero para todos.
Así eras tú, mi héroe”. Así le ha recordado su madre, Rosângela Pavin, en las redes sociales.
La mujer declaró a la prensa brasileña que el joven había ido a Ucrania por su cuenta, organizando el viaje y comprando el billete de avión de ida con su propio dinero.
La noticia se produjo en un momento de polémica en Brasil por la reciente declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores, Itamaraty, sobre la noticia del bombardeo ruso del hospital infantil Okhmatdyt, en Kiev, el pasado 8 de julio.
Aunque condena el incidente, el texto de la diplomacia brasileña no menciona en ningún momento el nombre del autor de ese bombardeo, es decir, Rusia.
También ha sido criticada la parte del comunicado en la que Brasil exige que “las partes en conflicto respeten sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario”, equiparando de hecho al agresor, la Rusia de Vladimir Putin, con el agredido, es decir, Ucrania.
Una equivalencia recurrente que está también en muchas declaraciones del presidente Lula, que incluso ha invitado a Putin a asistir al próximo G20 en Río de Janeiro en noviembre, a pesar de que tiene una orden de detención por crímenes de guerra de la Corte Penal Internacional por deportar a cientos de niños ucranianos.
Junto con Murilo Lopes Santos, al menos cinco jóvenes brasileños han muerto hasta ahora en el conflicto de Ucrania.
Muchos de ellos habían llegado a Europa y se habían alistado en la Legión Internacional de Defensa Territorial de Ucrania, el grupo militar de extranjeros organizado por el gobierno de Kiev.
Los jóvenes brasileños, junto con decenas de combatientes de varios países latinoamericanos, se encontraron en medio de un escenario de batalla muy duro, incluso en términos de armamento.
Como reveló un análisis del sitio web de investigación The Insider, sobre todo al principio del conflicto, se mezclaron tecnologías avanzadas con armas caseras o incluso del siglo pasado, como fusiles Mosin-Nagant de 1891 o cascos de la Segunda Guerra Mundial distribuidos en el Donbass.
Mientras tanto, con Murilo Lopes Santos, la lista de bajas brasileñas no hace más que crecer. En más de 28 meses de combates, perdió la vida Antônio Hashitani, de 25 años, natural de Curitiba (Paraná), caído en el combate de Bajmut en agosto del año pasado.
De más edad eran Douglas Rodrigues Búrigo, de 40 años, y André Luis Hack Bahi, de 44, ambos fallecidos en 2022. El primero, de São José dos Ausentes, en el estado de Rio Grande do Sul, llevaba sólo dos meses en Ucrania cuando murió durante un ataque aéreo.
El segundo, de Porto Alegre, siempre en Rio Grande do Sul, murió mientras intentaba rescatar a otros dos combatientes.
Dejó siete hijos. También había una mujer de 39 años entre las filas de los combatientes extranjeros en Ucrania.
Se llamaba Thalita do Valle y era originaria de Ribeirão Preto, en el estado de San Pablo.
Modelo y francotiradora, murió menos de tres semanas después de llegar a Ucrania a causa de un incendio en el búnker en el que se había refugiado.
No existe una cifra cierta sobre el número de brasileños que se han alistado para luchar contra Putin.
Son una treintena, según lo que se ha dado en llamar la Wikipedia rusa de los mercenarios.
Se trata de un sitio creado por dos blogueros de guerra rusos en el que se divulgan y actualizan los datos personales y la información de los extranjeros que van a luchar junto a los ucranianos.
El nombre de esta base de datos es “Combatientes extranjeros” y sus fundadores, Mikhail Sergeevich Zvinchuk y Semyon Vladimirovich Pegov, también dirigen grupos de Telegram sobre el tema de la guerra en curso.
Se trata de los canales “Rybar” y “Vatfor”. La presentación del sitio no deja lugar a dudas de que la maquinaria propagandística del Kremlin está detrás.
Tanto es así que incluso el Ministerio de Defensa ruso lanzó la iniciativa en 2022 con un tuit dedicado.
Al fin y al cabo, uno de los fundadores, Zvinchuk, de 32 años, es miembro del servicio de prensa del Ministerio de Defensa por iniciativa de Putin y galardonado varias veces por el Kremlin por su lealtad “a la patria”.
Su colega Pegov trabajó anteriormente en el sitio web LifeNews, ahora Life, vinculado al Kremlin y a su política de desinformación.
En la presentación de Combatientes Extranjeros se afirma que el objetivo es “mostrar el verdadero rostro de aquellas personas que, consciente y voluntariamente, se convirtieron en mercenarios, quién les apoya y con quién participan en la guerra contra Rusia y la civilización rusa”.
El ataque se vuelve entonces más directo. “Estas personas”, continúa el texto de presentación del sitio, “han venido a Ucrania por el deseo de asesinato, dinero, vanidad y espectáculo sangriento”.
El sitio registra más de 300 combatientes procedentes de 61 países. Se trata, sin embargo, de un porcentaje muy pequeño, ya que Ucrania estimaba ya en marzo de 2022 que había al menos 20.000 veteranos y voluntarios extranjeros que se habían alistado.
Y hablando de hombres, también es importante recordar cómo Moscú está experimentando una crisis de recursos humanos sin precedentes, tanto en las industrias vaciadas de trabajadores obligados a ir al frente, como en las filas del ejército.
No es casualidad que tras el histórico acuerdo de cooperación militar firmado en junio entre Putin y el dictador norcoreano Kim Jong-un, los expertos temen que Corea del Norte ofrezca sus hombres a Rusia además de armas.
En la página web de Combatientes Extranjeros figuran 35 brasileños. Algunos de ellos han muerto, otros ya han abandonado Ucrania.
Entre ellos está Maxwell Gomes Ribeiro, conocido en las redes sociales como Maxuel Vukapanavo.
Ex policía del estado de San Pablo, había sido expulsado del cuerpo por matar a su hermano. Había llegado a Ucrania en 2022 y fue el brasileño que más tiempo permaneció allí para luchar.
Se le dio por muerto en febrero de este año, pero su familia nunca localizó su cuerpo.
Muchos de los jóvenes brasileños que fueron a luchar al principio del conflicto carecían de la experiencia necesaria para enfrentarse a un escenario así.
Prueba de esto en los primeros meses fue el ataque con misiles rusos contra la base de Yavoriv, un antiguo lugar de entrenamiento de la OTAN utilizado como base para los combatientes voluntarios extranjeros, el 13 de marzo de 2023 en Leópolis.
Casi todos ellos murieron. Un mercenario brasileño, Tiago Rossi, en un vídeo publicado en Twitter inmediatamente después del ataque mientras huía a Polonia, comentó: “No sabía lo que era una guerra”. Esto desató una gran polémica en Brasil.
El coronel Fernando Montenegro, del ejército brasileño, criticó en la CNN el comportamiento poco profesional de voluntarios como Rossi, a los que describió como “meros aficionados” sin experiencia militar.
Según Montenegro, los voluntarios inexpertos y “buscadores de fama” concedieron entrevistas a cadenas de televisión y canales de YouTube y publicaron mensajes en las redes sociales, lo que permitió a los rusos rastrear su ubicación, incluida la base militar que fue destruida.
“Publicaron varios posteos desde la base, y cuando había el mayor número posible de personas reunidas, los rusos soltaron misiles, destruyéndolo todo. El narcisismo también es mortal”, había dicho el coronel.
Casi dos años y medio después, el conflicto continúa, varios brasileños han perdido la vida, otros han abandonado el teatro de la guerra, pero nadie ha vuelto para contar públicamente en Brasil cómo fue esta experiencia y qué huella dejará para el resto de sus vidas.
Fuente: Gastrolab.
Por: Maria Zuppello.