Hace tiempo, al llegar a mi casa siendo como las once de la noche, recibí la llamada telefónica de un muy buen amigo mío. Me dio mucho gu
Hace tiempo, al llegar a mi casa siendo como las once de la noche, recibí la llamada telefónica de un muy buen amigo mío.
Me dio mucho gusto su llamada, y lo primero que me preguntó fue: ¿Cómo estás?
Y sin saber por qué, le contesté: Demasiado solo.
“¿Quieres que hablemos?” preguntó.
Le respondí que sí y me dijo: ¿Quieres que vaya a tu casa? y respondí nuevamente que sí.
Colgó el teléfono, y en menos de 15 minutos él ya estaba tocando mi puerta.
Yo empecé y hablé por horas y horas; de todo, de mi trabajo, de mi familia, de mi pareja, de mis deudas y el atento siempre, me escuchó.
Se nos hizo de día y yo estaba totalmente cansado mentalmente.
Me había hecho mucho bien su compañía y, sobre todo, que me escuchara, que me oyera, y me hiciera ver mis errores.
Me sentía muy a gusto, y cuando él noto que yo ya me encontraba mejor, me dijo: “Bueno, me retiro que tengo que ir a trabajar”.
Yo me sorprendí le dije: “Pero por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar, mira la hora que es, no dormiste nada, te quite tu tiempo toda la noche”.
Él sonrió y me dijo: “No hay problema, para eso estamos los amigos”.
Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así.
Lo acompañé a la puerta de mi casa, y cuando él caminaba hacia su automóvil le grité desde lejos: “Oye amigo, y a todo esto, ¿Por qué llamaste noche tan tarde?”
Él regreso y me dijo en voz baja: “Es que te quería dar una noticia”.
Y le pregunté: “¿Qué pasó?”.
Él me dijo: “Fui al doctor y me comunico que mis días están contados, tengo un tumor cerebral. No se puede operar y solo me queda esperar”.
Yo me quedé mudo, él me sonrío y me dijo: “Que tengas un buen día amigo”.
Se dio la vuelta y se fue.
Pasó un buen rato para que asimilará la situación y me pregunté una y otra vez por qué cuando él me pregunto ¿cómo estás? me olvidé de él y sólo hable de mí.
Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de animarme, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación.
Esto es increíble, desde entonces, mi vida ha cambiado.
Suelo ser más crítico con mis problemas y suelo disfrutar más de las cosas buenas de la vida.
Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero, por ejemplo, él todavía vive y procuro disfrutar más el tiempo que convivimos y hablamos.
Sigo disfrutando de esos chistes, de su locura, de su seriedad, de su sabiduría, de su temple, de mi amigo.
“No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir” – Khalil Gibran.
Fuente: Mis Reflexiones.
https://www.misreflexiones.org/amistad/busca-a-tus-amigos-para-vivir/