En 2010, un artículo publicado en The Economist comentaba la idea del dibujo en forma de U que sigue la felicidad a lo largo de la vida.
En 2010, un artículo publicado en The Economist comentaba la idea del dibujo en forma de U que sigue la felicidad a lo largo de la vida.
Desde entonces, otros medios de comunicación como The Whasington Post, e incluso libros como “La curva de la felicidad: por qué la vida mejora después de los 50″ han seguido esa senda de asociar la felicidad a una curva en forma de U.
El economista Andrew Oswald es uno de los principales defensores del argumento de la forma de U.
De esta idea surge la famosa crisis de mediana edad en la que ocurren todo tipo de acontecimientos en los que nos encontramos en el punto de menor felicidad.
Todo lo opuesto sucede cuando somos niños y cuando somos adultos mayores. Vamos a descubrir, según la ciencia, por qué ocurre la curva de U con la felicidad, ese estado en el que sentimos o mostramos placer o satisfacción, cuyo sinónimo puede ser el bienestar.
¿Qué es la felicidad y cuándo aparece más?
En resumidas cuentas, somos más felices cuando la balanza está más volcada hacia las afectos positivos (trabajo, amor, sentirse en paz y bien con uno mismo…), estando los negativos en menor cantidad (miedos, baja autoestima, depresión, ira…).
- Propósito de vida
- Autoaceptación
- Economía
- Crecimiento personal
- Dominio del entorno
- Relaciones positivas
¿Cómo se puede medir la felicidad?
En función de todo ello, las personas podemos responder qué satisfechos estamos con la vida general o en qué escalón del 0 al 10 consideramos que estamos, siendo el 0 la peor vida posible y 10 la mejor vida posible.
El resultado da unos datos en los que las personas a las que se estudian convierte a números si está muy feliz, nada feliz o las posibles opciones intermedias.
En base a esos datos, los niños y los adultos mayores son los se consideran más felices. Cuando somos niños no hemos desarrollado aún esos miedos al fracaso, no trabajamos para obtener dinero, tenemos muchas relaciones sociales y “no conocemos” la autoestima ni sentimos si pesamos más o menos kilos.
Cuando vamos soplando velas y más velas, nuestro cerebro cambia su forma de “mirar”. Comienza a dar más valor a lo positivo, miramos menos el aspecto físico y tenemos eso que llamamos “una vida sin filtros” en la que escuchamos a nuestra abuela soltar un comentario que 30 años no habría hecho.
La adolescencia, tierra de nadie
Si bien la adolescencia es una etapa que puede ser enormemente bonita para crecer, conocer gente y vivir esos años que muchos consideran “los mejores de su vida”, también es cierto que la mezcla hormonal, pérdida de identidad e inicio de formación de los miedos hace que todo eso pueda cambiar.
El Informe de Felicidad Mundial de 2024 indica que esa forma de U no llega a cumplirse porque los adolescentes han mostrado un descenso de la satisfacción con la vida si se comparan con los adolescentes hace unas décadas.
A todos los factores citados en el párrafo anterior hay que sumar el móvil inteligente, un arma de doble filo que es muy útil o muy dañina.
Desde 2012, el bienestar psicológico de los adolescentes ha disminuido significativamente.
El aumento de la interacción entre pantallas y la caída de interacciones sociales en persona es uno de los principales causantes que los adolescentes ahora sean menos felices de lo que eran sus coetáneos años atrás.
A ello hay que sumar la incertidumbre de un futuro inestable en el que ven y escuchan que no es nada halagüeño lo que se viene en tema de trabajo y vivienda.
Por todo ello, esa forma de U puede no ser del todo adecuada al ser la adolescencia una etapa que puede ser feliz o estar muy lejos de serlo.
Los niños y adultos mayores lo más felices. ¿Quiénes son los más infelices?
Ente los niños y los adultos mayores quedan las personas de media edad, entre los 40 y los 50 años, en los que estamos con miedos al máximo y autoestima al mínimo.
Somos más infelices a los 47,2 años en los países desarrollados y a los 42,8 años en los países en vías de desarrollo, según los datos de felicidad que miden el concepto de curva de U.
En cualquier caso, aunque la curva de U tiene mucho sentido, el rápido cambio tecnológico, la inflación, la reducción de la natalidad y muchos factores más hacen que la felicidad se parezca más a una montaña rusa que a una U.
Eso sí, si disfrutamos como niños de las cosas y eliminamos esos miedos y ciertos filtros como las personas más mayores, tenemos la combinación perfecta para ser feliz a cualquier edad.
Fuente: Vitónica.
Por: Joaquín Vico Plaza.