Hay días en los que abrimos el refri, buscamos algo dulce, salado o simplemente cualquier cosa que calme nuestros antojos. Pero, ¿realmen
Hay días en los que abrimos el refri, buscamos algo dulce, salado o simplemente cualquier cosa que calme nuestros antojos.
Pero, ¿realmente tenemos hambre? A veces no se trata del estómago, sino de lo que sentimos. El cuerpo no pide comida, lo que pide es un momento de calma.
A eso se le llama hambre emocional, y es mucho más común de lo que pensamos.
No importa si acabamos de comer o si no pasaron ni dos horas desde la última comida, el impulso de comer aparece cuando algo nos agobia, nos entristece o incluso cuando estamos aburridos.
Lo complicado es que solemos confundir esta sensación con el hambre real. Y como nadie nos enseña a escuchar al cuerpo con atención, caemos en un ciclo donde comemos sin hambre y después viene la culpa.
Pero no te preocupes, aquí te explicamos cómo identificarla y qué puedes hacer.
El hambre emocional podría no ser hambre real. Foto: Pexels.
¿Qué es el hambre emocional?
El hambre emocional es ese impulso de comer que surge cuando sentimos emociones intensas como tristeza, estrés, ansiedad o incluso felicidad.
No responde a una necesidad física del cuerpo, sino que busca llenar un vacío emocional con comida.
A diferencia del hambre física, que aparece de forma gradual y puede esperar, el hambre emocional llega de golpe. Es específica, ya que suele llegar con antojos de papitas, pastel, pizza o algo muy particular.
En especial si tiene un alto contenido de grasas, azúcares y sal. Además, suele llevar a comer en exceso, rápido y sin disfrutar realmente.
Este tipo de hambre puede volverse un hábito si no se reconoce a tiempo. Comemos para calmar emociones, y al poco rato, no solo no se resuelve lo que sentimos, sino que además aparece el remordimiento. Por eso, aprender a diferenciarla es clave para tener una relación más sana con la comida.
¿Cómo saber si tengo hambre emocional?
Aquí van algunas señales claras que te pueden ayudar a identificarla:
– Aparece de repente: no da tiempo ni de pensar, simplemente necesitas comer ya.
– Antojo específico: no tienes hambre en general, sino que quieres cierto tipo de alimento (chocolates, frituras, etc.).
– Comes sin estar realmente hambriento: incluso si acabas de comer, sientes que necesitas algo más.
– Comes para sentirte mejor: después de un mal día, una discusión o una noticia difícil, buscas consuelo en la comida.
– Sientes culpa después: no fue algo que tu cuerpo pidió, fue un impulso emocional.
¿Qué puedo hacer si tengo hambre emocional?
Primero que nada, respira. Todos lo hemos sentido alguna vez en la vida. Lo importante es empezar a notar cuándo pasa y no ignorarlo. Aquí algunas ideas de lo que puedes hacer si tienes hambre emocional:
1 Pausa antes de comer: pregúntate si realmente tienes hambre o si solo estás aburrido, estresado o cansado.
2 Escribe lo que sientes: llevar un diario emocional puede ayudarte a ver patrones.
3 Busca alternativas: caminar, escuchar música, hablar con alguien o tomar agua. A veces el cuerpo solo necesita otra cosa.
4 Come con conciencia: si decides comer, hazlo sin culpa, disfrutando el momento, y con porciones moderadas.
Fuente: Gastrolab.
Por: Karen Salgado.
